Sentarse alrededor a escuchar su "música", sentir su calor, disfrutar de una buena conversación y saborear una merecida cena. ¿A quién no le gusta algo así?.
Cuando terminas una jornada de viaje, a veces, estás cansado porque has hecho cientos de kilómetros ese día, pero si encuentras un lugar donde está permitido hacer fuego y alguien dice: -¿Hacemos una hoguera y preparamos barbacoa?- parece como si todo el cansancio se desvaneciera de repente.
Desde luego, ni que decir tiene, que siempre hay que extremar las precauciones cuando se trata de hacer fuego, ser consciente de lo que te rodea, del lugar donde te encuentras y saber respetar el entorno, regla de oro de cualquier overlander.
Es todo un proceso o ritual; desde encontrar y preparar el mejor lugar para hacer el fuego, recoger leña, prepararla y cortarla si fuera necesario, hasta tomar un aperitivo mientras realizas todas estas tareas.
No existen móviles, no tienes más que tu bebida en la mano, y los rostros iluminados de tus compañeros de viaje frente a ti, así que disfruta del momento, recuerda las anécdotas que han pasado ese día y prepara la ruta para el día siguiente.
Y tú ¿que sientes frente a un buen fuego?
Me han venido los recuerdos de los fuegos de campamento, cuando se podía hacer fuego en el campo con los sentidos puestos; y alrededor de él contábamos las historias de nuestra corta vida.
ResponderEliminarCuando nos sentábamos delante y alrededor de un fuego, lo que más me atraía era ver como la luz iluminaba las caras de los amigos y podías ver los gestos que hacían mientras se compartía una historia y a nuestras espaldas la oscuridad total.
Hace muchos años que no me siento delante en un buen fuego en el campo, pero no renuncio al fuego de una chimenea, cosa que suelo hacer a menudo, casi siempre en compañía.
Tienes toda la razón José María, la luz que proyecta el fuego es algo especial, y yo también cuando tengo oportunidad disfruto de una chimenea encendida.
EliminarA nosotros es algo que nos apasiona, nos transmite mucho y nos llena de buenas sensaciones cuando lo compartimos con los compañeros de viaje.
ResponderEliminarCuando el viento permite disfrutar de una buena fogata allá muy al sur, en aquellas hamadas de Marruecos, la cosa se multiplica y el disfrute alcanza un grado superior....pero aqui, en la tierra de las prohibiciones, es otra historia...
Si no fuese por esos fuegos cuantas charlas se hubieran perdido...y también algun huevo frito que otro ;)
ResponderEliminarLlevas toda la razón Mery, esos momentos quedan para el recuerdo y no se olvidan nunca, y los huevos menos..
EliminarYo tambien soy de fueguito y barbacoa a la luz de la luna.
ResponderEliminar¿A quien no le puede gustar algo así?
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